
«El testamento de Isla de Pascua»: Jacques Cousteau en Rapa Nui (1978) Documental Completo
Jacques Cousteau, el gran defensor de los mares y océanos
El 11 de junio de 1910 nació Jacques Cousteau, quien se convirtió en el oceanógrafo más famoso del mundo. Con sus libros, películas y series, Cousteau difundió el valor de la vida en los mares del mundo y contribuyó a tomar conciencia de la importancia de su conservación.
La fascinación de Cousteau por el mar empezó muy pronto, y por casualidad. A los cuatro años de edad, Jacques era un niño con una salud muy frágil, por lo que los médicos recomendaron a sus padres que el pequeño evitara los deportes de contacto y practicara la natación. A partir de entonces, Jacques Cousteau empezó a sentirse fascinado por todo lo relacionado con el mar.
Cuando Jacques cumplió los trece años, su padre le regaló una cámara de filmar, y a pesar de que era un modelo sencillo, el joven la llevaba siempre consigo y grababa todo lo que le rodeaba. A los veinte años, Jacques se alistó en la Academia Naval francesa y se graduó como oficial de artillería, pero un desgraciado accidente en el que se rompió los dos brazos, y en el que incluso estuvo a punto de perder la vida, le obligó a cambiar de planes para convertirse en piloto naval. Durante su convalecencia, los médicos le volvieron a recomendar que practicara natación. Este deporte lo transformaría para siempre e hizo que su pasión por el mar se desatara la primera vez que usó unas gafas de buceo como las que utilizaban los buscadores de perlas filipinos.
EL CALYPSO
«Fue ahí, entre las barcas y los acorazados del puerto de La Valletta, en la isla de Malta, donde lo vi por primera vez. Me enamoré de él nada más verlo. Me acuerdo como si fuera ayer… ¡pero fue en 1950!». El barco del que así hablaba Cousteau era un viejo dragaminas que se hundió en Singapur y fue remolcado hasta Marsella. El explorador se prendó de inmediato de él y lo bautizó con el nombre de Calypso, como la ninfa del poema homérico La odisea, lo remodeló completamente y lo transformó en el buque oceanográfico más popular de la historia de la navegación. Su primera misión fue el estudio de los corales en un archipiélago del mar Rojo.
El 25 de junio de 1997, el Capitán Planeta, como era conocido, marchó definitivamente al «mundo del silencio» al no superar unos problemas cardíacos que padecía desde hacía unos meses. Fue enterrado en su lugar de nacimiento, Saint-André-de-Cubzac (Francia), y homenajeado con una calle y una placa conmemorativa. Para el recuerdo quedarían sus palabras: «En el mar no hay pasado, presente o futuro, sólo paz».